Lxs animales, cualquiera que sea su especie, tienen valor por sí mismxs. Si bien es cierto que todxs cumplen un papel en las redes tróficas (la cadena alimenticia) y en el ecosistema (creación de gases, polinización, reciclaje de nutrientes y más), es indispensable comprender que como individuos con pensamientos e intereses propios, lxs animales tienen estimación por su vida y su valía no depende de su función en el medioambiente o en la sociedad humana. Hacemos gran hincapié en esto, pues se cometen crímenes contra ellxs sin consecuencias, ya que están justificados por el hecho de que algunxs animales resultan prescindibles para la humanidad. 

PLAGA: UN CONCEPTO ESPECISTA

La historia de la palabra plaga es muy antigua, pero hoy en día, según la Real Academia Española, una de sus acepciones es la “aparición masiva y repentina de seres vivos de la misma especie que causan graves daños a poblaciones animales o vegetales, como, respectivamente, la peste bubónica y la filoxera”. La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) la define de manera similar, como un animal, vegetal o agente dañino para productos vegetales. Pero Brechelt (2004) va más allá, no sólo es dañino para vegetales y poblaciones animales, sino que habla sobre cómo las plagas perjudican a lxs humanxs.

Esto último es clave, pues en el pensamiento pragmático y especista del ser humanx, lxs animales se dividen en dos categorías: aquellxs útiles (para entretenimiento, propósitos científicos, compañía, trabajos forzados o para ser consumidxs) y aquellxs que afectan las actividades humanas (animales que consumen los cultivos para la venta, que sobreviven de los desechos, etc.). Es imprescindible comprender que, cuando hablamos del concepto de plagas desde la perspectiva humana, se utiliza el concepto más por sus consecuencias económicas y no por las biológicas, se usa un enfoque antropocéntrico y no uno biocéntrico como debería ser. Son lxs humanxs quienes consideran “plaga” a ciertas especies, esto no en función de la interdependencia biológica (la relación entre los seres vivos y su ambiente), sino de sus propios intereses políticos y económicos.

Esto quiere decir que lxs humanxs nombran “plaga” a todas las especies que puedan ser dañinas para ellxs y no en términos de supervivencia, sino en términos de imagen, producción o afectaciones económicas. En realidad, son pocos los casos en los que una especie realmente esté amenazando la supervivencia humana o la de otrxs animales, en cambio, en la mayoría de los casos se hace uso de esta palabra de forma manipuladora, sin considerar el valor intrínseco de la vida de otras especies y de cada uno de sus individuos, mucho menos sus intereses.

El concepto ha sido usado de forma errónea y desde un principio ha tenido un valor supremacista hacia otras especies, lo cual es falso y profundamente violento. Por ende, el uso de la palabra “plaga” es especista, es decir, responde a la violencia, discriminación, uso y explotación que la especie humana ejerce hacia otrxs animales. Pone sus intereses por encima de todxs lxs demás y lxs oprime para su beneficio. Entonces, cualquier especie animal puede ser una plaga si lxs ser humanxs así lo creen conveniente o si les resulta molesta.

¿CUÁLES SON LAS VERDADERAS CAUSAS DE QUE UNA ESPECIE SEA CONSIDERADA “PLAGA”?

Cuando ocurre de manera natural, las poblaciones de animales con numerosxs miembrxs no son un problema para el medioambiente; se vuelve un problema cuando el ser humano introduce especies exóticas en otro hábitat, ya que provoca daños a la salud de las especies que habitaban allí originalmente. 

Los monocultivos, la modificación genética de diversas plantas atraen a otrxs animales, pues hay sobreabundancia de alimento y pocos depredadores, por lo que se reproducen rápidamente. La tala para la industria ganadera repliega a lxs animales silvestres, reduciendo su espacio para vivir, la falta de alimentos causa que se extingan o que se acerquen a las granjas a buscar alimento para terminar siendo cazadxs al afectar su negocio. Nuevamente, esto es culpa del ser humanx, al acaparar las tierras, secuestrar animales en granjas y destruir los hábitats naturales se producen cambios perjudiciales en el medioambiente y, por ende, en la cadena alimenticia. Se eliminan a lxs depredadores naturales, provocando que otrxs especies modifiquen su comportamiento y se desplacen a donde puedan sobrevivir.

Si bien es cierto que el crecimiento desmedido de algunxs animales podría tener un impacto en la salud pública, como la peste bubónica, la población de animales en condición de calle no es comparable con lo sucedido con esa peste. Antes que nada, ambas situaciones han sido provocadas por la acción humana, las ratas que introdujeron la peste a las zonas urbanas llegaron allí atraídas por los desechos. Sin embargo, no ha ocurrido un problema parecido con la presencia de perrxs y gatxs callejerxs, palomas u otrxs animales silvestres que se encuentran ahí por la reproducción sexual forzada, el abandono u otros motivos y, además de todo, se les provoca sufrimiento sin fin. Por lo que estas poblaciones no pueden ser consideradas plagas, técnicamente hablando, pues no existen pruebas contundentes de que representen un riesgo a la salud, como sí lo es el comer animales; tema mucho más importante al abordar problemáticas sobre salud pública.

EL PELIGRO DEL CONTROL DE PLAGAS

Asimismo, la matanza indiscriminada de animales, una medida de control de “plagas”, amenaza a otras especies y crea un problema de salud pública mayor, debido a los cadáveres y la interacción de estos con otras especies animales, incluyendo la humana que no sólo se expone a consecuencias ambientales que dañan la salud física, sino a la salud mental y a la sociedad. 

Un ejemplo sucede en España, los ayuntamientos han permitido la matanza de gatxs silvestres y de perrxs abandonadxs, siendo la propia administración local que, al no aplicar ningún tipo de normas de protección, provoca que se sigan abandonando y maltratando. Finalmente, sin nada de consideración, esa propia administración autoriza su asesinato mediante la caza para acabar con lo que denomina “plaga”, recordemos, provocada por ellxs mismos. Otro ejemplo, ha sido el asesinato (a petición de grupos de cazadores) de lxs jabalíes que se adentran en poblaciones humanas al no encontrar alimento en las zonas naturales y se ven obligadxs a buscarla en las zonas urbanas.

Como hemos visto, las principales víctimas de este tipo de especismo son lxs animales en condición de calle, pero también lxs insectos cuyos ecosistemas han sido secuestrados por la actividad agrícola. Sobre esto último, es importante mencionar que el uso de plaguicidas también es una práctica especista porque categoriza como problema a una especie que se hospeda en los cultivos. Dado que los plaguicidas tienen una clasificación tóxica, la OMS (Organización Mundial de la Salud) recomienda una DL50 para el ingrediente activo de cada plaguicida, es decir, la dosis letal que se requiere para matar al 50% de la población de animales en laboratorio. Así, el que se haya normalizado el uso de este tipo de productos amenaza no solo a la especie objetivo, sino a muchas otras que interactúan con estos cultivos (incluyéndonxs), ya que los plaguicidas destruyen hábitats y poblaciones completas al contaminar aire, suelo y agua. Además de que permanecen en el ambiente por muchos años (algunos varias décadas) y siguen contaminando y teniendo repercusiones que no se prevén al aplicarlos.

LA SOLUCIÓN: NO INTERFERIR CON LA VIDA DE LXS ANIMALES

Una sociedad que mata a lxs animales a quienes ella misma obligó a existir o que decide quién tiene el derecho de vivir y quién debe ser eliminadx, definitivamente, no es una sociedad que practique la ética, aún cuando se utilicen argumentos científicos (agronomía) para tomar estas decisiones. 

En conclusión, la definición de plaga en sí misma muestra cómo se usa el término para cumplir objetivos económicos, más allá de optar por un enfoque biocentrista y ético. En todo caso, la única especie que hiere, reproduce y ataca a todas las demás es la humana. No existe justificación para vulnerar la vida de otrxs animales, tampoco existe justificación para considerar  como “plaga” –y mucho menos asesinar– a cualquier especie animal por ningún tipo de motivo.

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Referencias

  • Brechelt, A. (2004). El manejo ecológico de plagas y enfermedades. Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas para América Latina (RAP-AL). Fundación Agricultura y Medio Ambiente (FAMA). RD.
  • Monge, J. (2007). ¿Qué son plagas vertebradas?. Agronomía costarricense, 31(2), 111-121.
  • Seguí, M. M. O., & Ambiente, Y. M. (S/l/f), Las excepciones en las normas de protección animal: eutanasia o maltrato.
  • Zepeda-Jazo, I. (2018). Manejo sustentable de plagas agrícolas en México. Agricultura, sociedad y desarrollo, 15(1), 99-108.

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