Equinoterapia: una práctica especista

Imagina que, debido a tu tamaño, tu fuerza y tu temperamento noble, alguien más pudiera obligarte a trabajar cargando personas todo el día, todos los días, para curarlas de sus afecciones. Que a esa actividad le pusieran un nombre bonito como “terapia” no quitaría el hecho de tu esclavitud. Eso es lo que viven los caballos y las yeguas utilizadxs en la equinoterapia.

La equinoterapia o hiponoterapia es promocionada como un tipo de fisioterapia para rehabilitar humanxs con discapacidades físicas y neurológicas. Es una práctica especista porque se lleva a cabo a través de la esclavitud y explotación de caballos y yeguas, aprovechándose del carácter dócil y sensible que suelen tener. 

No es de extrañar que, después de convivir con seres considerados carismáticos, se obtenga una sensación de mayor bienestar, lo cual probablemente no es más que el llamado efecto placebo, pues ni siquiera existe evidencia científica de que estas prácticas especistas realmente funcionen como rehabilitadoras. 

En estas prácticas se suele llamar al caballo o yegua “coterapeuta” lo cual es una forma de romantizar su explotación. Como cualquier persona, estxs animales quieren libertad, no ser esclavizadxs para bienestar de otrx.

Los centros de equinoterapia exponen los beneficios que “montar a caballo” brinda a lxs humanxs. Se busca que a través de las diversas sensaciones del galope se trabaje el equilibrio y otras funciones motoras. 

Lo que no se menciona es qué sucede con el caballo o la yegua que es montadx y que es forzadx a soportar el peso de la persona que recibe la “terapia” y, muchas veces, también el de lx  “terapeuta”. 

Se suele llamar “pobre desempeño” cuando un caballo o yegua manifiesta signos de que está heridx al sacudir la cabeza, agitar la cola, dar zancadas cortas, rechinar los dientes, entre otros. En casos más graves, suelen inclinar la espalda cuando lxs están ensillando, no se quedan quietxs cuando lxs están obligando a ser montadxs, muestran renuencia a saltar, y varios signos más. Lo que se suele hacer en esos casos es darle un “día libre” de la explotación, lo cual, por supuesto que no soluciona el problema, sino que lo prolonga y agrava cuando tienen que regresar a las mismas actividades que lxs lesionaron.

Al ser obligadxs a cargar a otras personas exceden el peso que naturalmente deberían cargar: el suyo, solamente. Pueden lastimarse por hacer demasiado esfuerzo, por la acumulación de lesiones pequeñas en las fibras de sus tendones, por estar en terrenos irregulares, entre otros. Esto ocasiona rotura de sus fibras e inflamación de las zonas afectadas. Incluso una de las lesiones más comunes que sufren es la tendinitis equina.

La sobrecarga también suele derivar en tenosinovitis, que es la inflamación de la membrana que cubre los tendones; esto resulta muy doloroso para ellxs. Ni qué decir de los dorsos hundidos debido a la monta. Los caballos y las yeguas simplemente no existen para ser montadxs. Sus columnas vertebrales y su cuerpo, en general, no pueden soportar el peso de alguien más sin consecuencias y sin importar las técnicas que se empleen.

La artritis es otra consecuencia de la explotación de caballos y yeguas a raíz de traumatismos en las articulaciones y “deportes” de esfuerzo. Si la artritis es aguda o crónica, pueden presentar dolor, hinchazón, pérdida del apetito, fiebre e incluso abscesos; si es crónica, padecen rigidez, hinchazón y cojera temporal.

Existen varias industrias coludidas para enriquecerse a costa de estxs animales. La veterinaria, la farmacéutica, la industria de la “salud”,  la del entretenimiento e ¡incluso la de seguros! conforman un negocio redondo con esta explotación, pues al ser usados para fines humanos, se lesionan frecuentemente, requiriendo atención y tratamientos para continuar sirviendo a sus explotadores.

De manera engañosa, se presenta a la anatomía clínica como la ciencia que busca el “bienestar” de los caballos y las yeguas al intentar comprender los mecanismos por los cuales se lesionan y cuáles deberían ser los tratamientos más adecuados. Esto no es muy difícil de responder: la enorme mayoría de sus lesiones se originan por la explotación de sus cuerpos y el tratamiento debería ser dejar de usarlos como objetos de terapia, transporte y entretenimiento.

La equinoterapia y demás “tratamientos” que utilizan animales, tales como delfines y burrxs, son un fraude, producto de engaños capitalistas que abusan del temperamento dócil y del carisma de dichas especies.

Además, muchxs de estxs animales esclavizadxs, al sentir constante invasión de su espacio, hartazgo, cansancio extremo y estrés reaccionen de maneras agresivas al querer decir “basta”. Quienes promocionan la equinoterapia y “tratamientos” similares no solo explotan a dichos animalxs sino que ponen en peligro a lxs humanxs que las emplean.

Ni los caballos, ni las yeguas, ni cualquier especie animal, están en este mundo para servir a lxs humanxs. Usarles para ser montadxs, para transportar cosas, para entretener en carreras o para “curar”, son prácticas que lxs privan de su libertad. 

La equinoterapia y cualquier otra actividad que lxs utilice se lleva a cabo gracias a la normalización y a la creencia de que podemos y debemos aprovechar sus cuerpos y sus vidas para beneficio humano; esto es una práctica especista, violenta y capitalista.

Sé parte de un mundo libre de violencia especista. Renuncia a las prácticas de explotación de cualquier animal, ya sea para fines terapéuticos, de entretenimiento, vestimenta o  alimentación. Generemos un mundo donde nadie sufra a costa de otrx. Hazte veganx.

Recuerda que tu acción es muy importante. Únete y sé unx brigadista por la liberación animal.

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Referencias

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