Abolicionismo y anarquía en el antiespecismo

Ser veganx significa estar en contra de la explotación y violencia hacia todxs lxs seres sintientes, desde el reconocimiento de sus derechos naturales sin importar su especie ni su relación con el ser humanx. Es una postura ética y política en contra de la violencia especista. No es una dieta.

Para que el veganismo se aproxime cada vez más a la liberación animal, es imprescindible y urgente tomar una postura antiespecista, anárquica y abolicionista, incluso aunque el mundo que se busca a partir de esto, sea utópico por ahora.

El fundamento de la explotación animal es el especismo: considerar que unas especies de animales son mejores que otras dependiendo de los beneficios que estas puedan brindar a la especie humana, que supuestamente es “superior” a todas las demás. 

Cabe mencionar que la idea de superioridad está limitada a parámetros subjetivos meramente humanos, tales como la “inteligencia” o la capacidad de “dominar” y explotar a las demás especies. Realmente, esto es un abuso de poder y es violencia.

La idea de la “superioridad humana” se encuentra en el imaginario colectivo gracias a la cultura especista que aprendemos desde la manipulación mediática de distintas industrias que se benefician de la explotación animal a través de la industria alimentaria, la exotización de animales para deleite y admiración humana, la “domesticación” de ellxs y ser llamadxs “de compañía” para bienestar humano; también se lxs nombra “terapéuticxs” para enriquecerse en nombre de una falsa salud, se lxs utiliza para testear productos, entre muchas otras prácticas violentas. 

Todo lo anterior supone varias formas de dominación y violencia política, física, simbólica y psicológica sobre lxs demás animales; es por eso que, si se busca detener toda esta violencia, se debe hacer desde el antiespecismo: reconocer que ninguna especie es superior a otra, es decir, nada nos da derecho a explotar a ningunx otrx animal y además no existe ninguna necesidad de hacerlo.

Hemos nacido y crecido en un sistema donde se ejerce el poder de manera opresiva,  donde somos sujetos de dominación a partir de prácticas sociales tan cotidianas como la publicidad, las políticas alimentarias, las prácticas laborales, las relaciones de pareja y más. Esto nos hace normalizar muchos ejercicios políticos que sirven a la violencia naturalizada, como lo son todos los ejercicios de poder, en los que hay dominación o  sumisión. 

Este sistema está tan arraigado que incluso llegamos al grado de no cuestionar nuestras prácticas políticas cotidianas y sus impactos sobre otrxs animales. Tampoco cuestionamos las prácticas cotidianas de la esfera política hegemónica y de la economía como opresora de nosotrxs mismxs, pues las vemos como normales, lo que en consecuencia significa que aprendemos a naturalizar la violencia hacia lxs demás animales desde la cultura que legitima la economía y las prácticas políticas. 

Por esto, para asumir y comprender el antiespecismo es indispensable adoptar una postura ética y política anarquista que renuncie a las dinámicas de poder que alimentan la violencia.

La anarquía es un enfoque político y filosófico que busca lograr la interacción social regida principalmente por la igualdad, la bondad y la justicia. Si añadimos una postura anárquica a una ética antiespecista, el resultado sería convivir en un mundo donde humanxs y no humanxs vivan en libertad, sin la violencia opresiva del poder que unxs ejercen sobre otrxs. 

Lejos de ser una rebelión caótica y violenta, la anarquía es el rechazo de todo poder opresivo e injustificado. Se busca generar formas distintas de producir, economizar y convivir desde una postura libertaria.

Pero, desde un punto de vista práctico, estas aspiraciones se vuelven utópicas porque es difícil llevar a la práctica el antiespecismo y la anarquía en un mundo cuyas dinámicas están invadidas e impregnadas por un sistema socioeconómico violento y especista. Es por esto que es imprescindible entender los conflictos opresivos desde su raíz para que la resistencia y el cambio social tengan sustentos y sean efectivos. 

Una de las dificultades que puede enfrentar unx activista veganx que opte por una postura anárquica es que  probablemente tendrá que utilizar productos e insumos provenientes de industrias especistas y capitalistas, incluso aunque no lo desee, pues son las únicas que los producen actualmente, ya que dominan los mercados mundiales cancelando la libertad de comercio y el consumo justo.

Por ejemplo, las llantas, así sean de una bicicleta, están hechas con materiales que provienen de la explotación animal. Lo que significa que la transportación representa un desafío para la postura antiespecista, abolicionista y anarquista. 

Otro ejemplo es el del consumo alimentario basado en plantas que, incluso al intentar consumir productos hechos a mano, locales u orgánicos, es posible que en la producción y obtención de materia prima estén inmiscuidos procesos relacionados con la explotación que las grandes industrias que dominan el mercado actual ejercen sobre animales humanxs y no humanxs.

Otro ejemplo más es el del vidrio, para cuya producción se llevan a cabo prácticas que utilizan y explotan los ecosistemas marinos, dado que su elaboración requiere de arena, que suele ser extraída en grandes cantidades con maquinaria pesada que se lleva no sólo arena, sino animales que vivían en ella, que probablemente acaben en un primer filtro o acaben siendo molidos. 

Es decir que, aun queriendo “salir” del sistema al optar por una postura anárquica y antiespecista, podemos volver a entrar sin querer, sin darnos cuenta o porque no hay alternativas prácticas.

¿Qué hacer ante este panorama?

Informarnos y buscar soluciones contra la opresión, explotación y discriminación hacia lxs animales con un criterio abolicionista; es decir, rechazar  todas las maneras posibles de explotación sobre lxs animales no humanxs, incluyendo aquellas que parecen ser pequeñas o grandes mejoras para lxs animales, pero que aún significan explotación y violencia hacia ellxs. Es necesario generar nuevas maneras de producir, intercambiar, consumir, ser y estar en este mundo sin dañar de ningún modo evitable a otrxs animales.

Si bien la existencia humana implica interacciones con otras especies y ecosistemas que pueden generar daños, lo que se busca es detener toda interacción explícita que signifique un ejercicio de poder para dominar y subalternar a otrxs. No es suficiente, ni cancela la violencia, por ejemplo, apoyar campañas que buscan disminuir el consumo de animales en la alimentación, puesto que estas significan que lo que está mal no es la violencia de apresar, forzar, violar y asesinar animales, sino hacerlo tanto, como es el caso de las campañas de Lunes Sin Carne. 

Interior de una granja libre de jaulas. En la imagen se aprecian las lesiones, pérdida de plumas y el hacinamiento de lxs animales.

Lo mismo sucede con las campañas que buscan que lxs animales esclavizadxs en granjas no se encuentren en jaulas, puesto que lo que cuestionan es la jaula, pero no la esclavitud, explotación u opresión de lxs individuxs. Los resultados de estas campañas son, por ejemplo, granjas de animales explotadxs sin jaulas, pero que están igual o más hacinadxs y que terminarán en un matadero de cualquier modo, por lo que no existe un beneficio ni liberación alguna para ellxs. Estas campañas motivan a que: 1) el público general piense que las empresas se preocupan por el bienestar de aquellos a  quienes explotan y lastiman, y 2) que ellxs mismxs (lxs consumidorxs) calmen sus preocupaciones respecto a la violencia que sucede en las granjas, todo lo cual significa que se pierden de vista las necesidades y el valor intrínseco de lxs animales, y que todo esto pase a segundo plano. 

La creatividad, el entusiasmo, el respeto a la vida de todxs lxs seres sintientes y la formación de comunidades cada vez más horizontales, son herramientas que pueden ayudar a generar nuevas maneras de detener la violencia especista.

Identifica y rechaza aquellas prácticas que promuevan el bienestarismo animal, es decir, aquellas que promueven “mejorar” las condiciones de violencia y explotación en las que viven lxs demás animales, pues estas contradicen los intereses de lxs demás animales, la anarquía y el abolicionismo.

Entiende que el cambio social requiere de iniciativas colectivas y prácticas comunitarias, puesto que la explotación animal es un proceso humano, de manera que una transformación integral requiere de informar, involucrar y facilitar a otrxs humanxs el entendimiento y práctica de una vida sin opresión. Para que el veganismo, la paz y la justicia sean practicables, estos deben ser accesibles para todxs, y ese camino debe ser radical, popular y comprensivo de las realidades sociales a través de la interseccionalidad. Para ello, el principio anarquista de la cooperación sin coacción es necesario también, y a este llegamos desde la educación radical, la compasión y la colaboración. 

Infórmate y adopta aquellas prácticas que se alejan de la explotación. Consume local y, si es posible, produce tus propios alimentos o insumos para separarte lo más posible del especismo y promover comunidades de consumo ético accesibles. 

Únete a comunidades y grupos activistas para generar y apoyar iniciativas sociales y proyectos que detengan el abuso y la explotación de lxs animalxs no humanxs. Alza la voz: rechaza toda la violencia que esté en tus manos.

Recuerda que tu acción es importante. Únete y sé unx brigadista por la liberación animal.

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2 comentarios

    • Hola Rodrigo, sí.

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