El especismo, como sistema de violencia que oprime animales de diversas especies, se manifiesta en la alimentación mediante el consumo de cuerpos de animales, la explotación sexual de sus cuerpos como factorías, su esclavitud al ser forzadxs a permanecer presxs en granjas, laboratorios, zoológicos y otros centros de explotación, y otras áreas más de la vida social humana.
Esta forma de violencia ha tratado de ser minimizada por mucho tiempo y a pesar de los esfuerzos de activistas y la modificación en las leyes, todavía hoy en día la legislación sigue estando retrasada pues mantiene como legales prácticas de matanza, explotación, crueldad, uso y comercio de las vidas de otrxs animales.
Cuando nos preguntamos por qué existe este retraso tenemos que volver, sin lugar a dudas, a la esfera de la legislación y la gobernabilidad para hallar respuestas, puesto que, mientras existan autoridades que permitan e incluso fomenten la violencia hacia lxs demás animales esta difícilmente podrá ser abolida. Una de las áreas más importantes en las que el gobierno fomenta el especismo son los subsidios a la explotación animal.
A lo largo de nuestra campaña “Subsidios justos. Alimento y vida para todxs” hemos presentado las enormes problemáticas que se generan a través de los subsidios otorgados por el gobierno a las empresas privadas que explotan animales para la industria alimentaria, así como la urgencia de tomar acción como ciudadanxs y exigir nuestros derechos y el respeto a lxs demás animales.
Estas problemáticas van desde el empobrecimiento cada vez mayor de lxs campesinxs que son utilizadxs como mano de obra barata, quienes han perdido toda autonomía en el campo, hasta la esclavitud y asesinato de miles de millones de animales no humanxs.
También, los subsidios al especismo fomentan la deforestación voraz, violaciones a los derechos humanos y la cancelación de los mismos objetivos de sustentabilidad que pactan empresas con gobiernos. No podemos dejar de mencionar que estos anulan la soberanía alimentaria, promueven la contaminación del agua y aire, un impacto negativo fuerte en la salud de la población mexicana y corrupción.
Desafortunadamente, las consecuencias del gasto público en la explotación animal son gravísimas y exponenciales, es por esto que es imprescindible trabajar por abolir estos subsidios y fomentar políticas públicas y comerciales éticas y que busquen el bienestar de todxs.
En este artículo te contaremos con más detalle sobre algunas de las problemáticas que generan los subsidios especistas otorgados a empresas e individuxs, en las áreas de la alimentación sostenible y justa, la salud y la sustentabilidad ambiental; y también te compartiremos soluciones propuestas para lograr cambios urgentes e importantes.
Pérdida de la soberanía alimentaria y de salud
En los últimos treinta años el Tratado de Libre Comercio (TLC) ha favorecido una mayor producción e ingesta de comida en Latinoamérica, pero de mucha menor calidad. Las prácticas gastronómicas globalizantes han significado la pérdida de nuestras prácticas sostenibles y además la imposición de una alimentación que considera, falsamente, a la proteína de origen animal como necesaria e indispensable en todos los hogares.
Parte de estos tratados ha sido que México sea productor y consumidor de alimentos producto de la explotación animal, por medio del fomento a prácticas comerciales y políticas públicas que poco tienen que ver con la justicia laboral, la salud o la ética, pero sí con el capitalismo globalizante.
Por ejemplo, Guatemala, Chile y México han aumentado considerablemente la disponibilidad e ingesta de productos animales (“carne” y lácteos) y han disminuido la ingesta de alimentos saludables como legumbres y vegetales, es decir, ahora hay una mayor ingesta de grasas y menor ingesta de vitamina A y de Zinc, lo que se ha asociado a un mayor riesgo de infecciones asociadas a un sistema inmune debilitado (C. Corvalán et al, 2017).
Dicho cambio nutrimental coincidió con un aumento en el número de supermercados, de cadenas de granjas y de fábricas de procesamiento de comida, así como con un mayor acceso a los sitios de comida rápida. Por ejemplo, en 1995 había 100 sucursales de McDonald’s en toda América Latina y para 2014 había 2,268 (C. Corvalán et al, 2017; BM. Popkin y T. Reardon, 2018). Cabe recordar que la comida procesada y la llamada “comida rápida”, así como las grandes cadenas multinacionales de alimentos, son promotoras primarias del especismo y de problemas de salud pública en el mundo, como las enfermedades no comunicables (aquellas que no son infecciosas o transmisibles de persona a persona), entre las que están la diabetes mellitus, la enfermedad cardiovascular y el cáncer (BM. Popkin y T. Reardon, 2018).
A continuación, te presentamos algunas de las consecuencias puntuales en la soberanía alimentaria y la salud debido a los cambios en la alimentación motivados por los subsidios y tratados comerciales globalizantes:
- En América Latina la inseguridad alimentaria, que es la interrupción total o parcial del acceso a los alimentos, pasó del 26,2% al 31,1% de 2014 a 2018, es decir, afecta a 187 millones de personas en nuestra región y se manifiesta de manera desigual por género en la edad adulta: 55 millones de hombres frente a 69 millones de mujeres (Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional en América Latina y el Caribe, 2019).
- En América Latina la inseguridad alimentaria, que es la interrupción total o parcial del acceso a los alimentos, pasó del 26,2% al 31,1% de 2014 a 2018, es decir, afecta a 187 millones de personas en nuestra región y se manifiesta de manera desigual por género en la edad adulta: 55 millones de hombres frente a 69 millones de mujeres (Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional en América Latina y el Caribe, 2019).
- Los 38 millones de personas que padecían hambre en 2014 aumentaron 4.5 millones en cuatro años, es decir, que en 2018 había 42.5 millones de personas en hambruna siendo ese el cuarto año consecutivo que reflejaba una alza constante en dichas cifras (Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional en América Latina y el Caribe, 2019).
- Aunque se han demostrado cambios significativos en la desnutrición de la población infantil, esta sigue estando sensiblemente por debajo de las prevalencias mundiales de desnutrición en niñxs (Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional en América Latina y el Caribe, 2019).
- Sin embargo, más del 20% de lxs niñxs entre 0 y 19 años en América Latina viven con obesidad, lo que equivale a 42.5 millones (BM. Popkin y T. Reardon, 2018).
- Los dos puntos anteriores significan que, debido a las prácticas alimentarias actuales, existen graves contradicciones a la salud infantil, debido a la persistencia de muchxs niñxs con altos índices de desnutrición, al tiempo que persisten también muchxs niñxs con altos índices de sobre alimentación, lo que es resultado de un sistema desigual y que no potencia la nutrición, si no la distribución, producción y comercialización de alimentos procesados y de origen animal que no atienden a una nutrición adecuada.
- Se estima que una gran cantidad de adultxs murieron en el mundo por causas asociadas con una alimentación inadecuada. Entre los factores de riesgo alimenticios que ayudan a explicar este resultado están: el bajo consumo de cereales integrales, frutos secos, semillas y verduras, así como un elevado consumo de sodio (presente en los productos de la explotación animal y en alimentos procesados) (Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional en América Latina y el Caribe, 2019).
- Las enfermedades no comunicables son la causa de muerte del 74% de la población en Brasil, 85% de Chile 75% en Colombia y 80% en México, según la Global Health Observatory, de la Organización Mundial de la Salud, para 2020 (Cuevas, A y Barquera. S., 2020).
- En México, se calcula que el 23.1% de los alimentos son ultra procesados, 28.6% en Chile y 20.4% en Brasil, resultando en una mayor prevalencia de la obesidad y enfermedades no comunicables que a la vez generan malnutrición (Cuevas, A y Barquera. S., 2020).
- En México, la prevalencia de sobrepeso y obesidad en niñas y adolescentes, es mayor al 25% (C. Corvalán et al, 2017).
- La coexistencia de la alta prevalencia tanto de baja talla y sobrepeso se traduce en una doble carga en el hogar (como niños de baja talla con madres con sobrepeso y obesidad, por ejemplo) (C. Corvalán, et al, 2017).
- De acuerdo con datos de la FAO, 931 millones de toneladas (o el 17%) de los alimentos que se produjeron en 2019 acabaron en la basura. En tanto, 811 millones de personas padecen hambre y 132 millones enfrentan inseguridad alimentaria y nutricional hoy debido a la pandemia de COVID-19 (Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional en América Latina y el Caribe, 2019).
Queda por supuesto recordar que muchos de esos “alimentos” eran personas no humanas, seres sintientes, que fueron esclavizadxs y asesinadxs en aras de alimentar individuxs no carnívoros (humanxs) que enferman por comer animales y que, debido al sistema de producción especista, han provocado infinidad de problemáticas graves por la explotación animal.
Asimismo, los alimentos que no se consumen suponen un desperdicio de recursos como la tierra, el agua, la energía, el suelo, las semillas y otros insumos para su producción. En términos de dinero, la pérdida de alimentos anual se estima en 400,000 millones de dólares (Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional en América Latina y el Caribe, 2019) que podrían ser destinados a terminar con el hambre a través de una alimentación basada en plantas y un sistema de distribución y acceso ético a alimentos .
Además, la producción mundial de alimentos amenaza la estabilidad climática y la resistencia de los ecosistemas, constituye el mayor impulsor de degradación ambiental y también de transgresión de los límites planetarios. El resultado de la suma de ambas es grave (Prunier, D. et al, 2020).
Las medidas públicas en América Latina contra las problemáticas antes mencionadas han sido incrementar impuestos y regular la venta, lo que no ha sido efectivo, como se pudo observar en los párrafos anteriores (BM. Popkin y T. Reardon, 2018). No es posible detener un problema implementando como solución el mismo problema. Los impuestos y subsidios al especismo no serán la respuesta de ninguna manera.
Por supuesto, es imprescindible recordar que lxs principales afectadxs por los subsidios y el especismo sistemático son lxs animales de otras especies: aves, mamíferos, peces e insectos que son explotadxs en granjas, en sus propios hábitats o por el arrebato de sus hábitats al convertirlos en plantíos para alimentar otrxs animales presxs en granjas. Si bien el especismo tiene consecuencias graves sobre lxs humanxs, como las ya mencionadas, el sujeto político violentado es el sujeto animal.
Referencias
- Corvalán, C., Garmendia, M. L., Jones‐Smith, J., Lutter, C. K., Miranda, J. J., Pedraza, L. S., … & Stein, A. D. (2017). Nutrition status of children in Latin America. Obesity reviews, 18, 7-18.
- FAO, OPS, WFP y UNICEF. (2019). Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional en América Latina y el Caribe 2019.
- Popkin, B. M., & Reardon, T. (2018). Obesity and the food system transformation in Latin America. Obesity Reviews, 19(8), 1028-1064.
- Rodríguez Echavarría, T., & Prunier, D. (2020). Extractivismo agrícola, frontera y fuerza de trabajo migrante: La expansión del monocultivo de piña en Costa Rica. Frontera norte, 32.
- Shamah-Levy, T., Campos-Nonato, I., Cuevas-Nasu, L., Hernández-Barrera, L., del Carmen Morales-Ruán, M., Rivera-Dommarco, J., & Barquera, S. (2020). Sobrepeso y obesidad en población mexicana en condición de vulnerabilidad. Resultados de la Ensanut 100k. salud pública de méxico, 61(6), 852-865.