En enero de 1996, Mayibout 2, una aldea africana ubicada en Gabón, sufre un brote de ébola que mata a 21 de las 37 personas contagiadas, incluidas algunas que habían llevado, desollado, destazado o comido el cádaver de un chimpancé. [1]
En 1999, investigadores encontraron similitudes entre el VIH y un virus similar en simios vinculado a su caza y consumo. [2]
En 1918, una gripe que infecta a más de un cuarto de la población mundial y que cobró la vida de 50 millones de personas se originó en un centro de explotación de gallinas y pollos (granja avícola) de Kansas.
En 2009 la cepa de H1N1 que alcanzó niveles pandémicos en los Estados Unidos y México probablemente tuvo su origen en las poblaciones de cerdos de ambos países. [3]
Ya entrados en 2020, el origen de la actual pandemia del CoViD-19 se le atribuye a un mercado de animales en China cuya esclavitud y asesinato aún no se ha normalizado por el resto del mundo. Le llaman tráfico ilegal de animales exóticos o silvestres, usados para comer sus cadáveres o para la elaboración de falsos productos curativos, afrodisíacos o supuestamente para crear músculos.
Ante esta contingencia, China cierra el mercado, igual que a principios de este milenio hiciera con el SARS, otro coronavirus. [4] Se buscaron especies culpables y de nuevo se culpó a los murciélagos [5].
La información se difunde globalmente y no tardan en salir llamados y peticiones para prohibir dichos mercados “clandestinos o insalubres” y todo lo que implican. Eso es admirable y hay que darle seguimiento, sin duda, pero se sigue sin atender el verdadero problema y que no sólo se observa en un país sino en el mundo entero: el especismo.
El especismo se entiende como la discriminación entre especies animales. Como por ejemplo, el secuestro de elefantes, osos, koalas o cachorros de lobo secuestrados de su hábitat natural por seres humanos. Lo cual causa gran indignación. Pero que se percibe aceptable por muchos en el caso de la misma violencia pero en vacas, cerdos, peces o gallinas que ya nacen esclavxs debido a la violación de su madre y padre. El odio hacia mamíferos voladores con resistencia a virus y tolerar la caza de otros seres es también especismo. Y el mismo especismo genera una grave discriminación y violencia a humanos trabajadores, que sin más oportunidades laborales se ven condenados a trabajar en ambientes tóxicos a nivel local, en granjas o mercados con animales, lo que alimenta la violencia sistémica, que es otro virus más.
Una de las más importantes lecciones que puede dejarnos la cuarentena que estamos viviendo es que: si queremos tener verdad, justicia, libertad y salud la explotación y el uso del resto de los animales debe acabar.
Referencias
- https://www.theguardian.com/environment/2020/mar/18/tip-of-the-iceberg-is-our-destruction-of-nature-responsible-for-covid-19-aoe
- https://www.avert.org/professionals/history-hiv-aids/origin
- https://www.usatoday.com/story/news/factcheck/2020/03/18/coronavirus-fact-check-covid-19-caused-eating-animals/5073094002/
- https://www.scmp.com/news/china/article/3047319/wuhan-coronavirus-full-blown-community-epidemic-chinese-health
- https://www.nytimes.com/2020/01/28/science/bats-coronavirus-Wuhan.html