Ely es una elefanta (Loxodonta Africana) que vive actualmente en cautiverio en el Zoológico de Aragón. Ella tiene 37 años y ha vivido toda su vida encerrada, ya sea tras las rejas del zoológico o en el circo Hermanos Vázquez a quienes el zoológico pagó $3.4 millones de pesos para tenerla en su colección.

La vida de Ely no ha sido fácil ni justa. Ha vivido en soledad, con enfermedades, encadenada a un grillete, forzada a actuar frente a miles de personas en condiciones de hambre, enfermedad y más. En el zoológico tampoco mejoró la situación para ella, ya que ahora vive sin higiene, comiendo sobras, en un piso de concreto que la lastima, en soledad y sin poder hacer actividad física.

En la naturaleza, lxs elefantes viven hasta por más de 70 años, son animales altamente sociables y que tienen habilidades comunicacionales y culturales incluso más desarrolladas que las de lxs humanxs. Sin embargo, Ely ha sido forzada al cautiverio y al sedentarismo, a pesar de que naturalmente ella estaría activa hasta por 20 horas diarias. Ahora solo mira inmóvil paredes de concreto, un gesto que demuestra vastamente su profunda depresión y la injusticia fatal que está por llevarla a una muerte prematura debido a la explotación que lxs humanxs siguen haciendo de ella. 

Ely merece vivir en un santuario. Ahí podrá recuperarse y vivir con dignidad por primera vez. Ese santuario (uno en Brasil donde otras como ella viven ahí) ya la espera. Pero todxs seguimos esperando que la Jefa de Gobierno de la CDMX, la Secretaría de Medio Ambiente y el juzgado hagan lo correcto: liberarla. 

Los zoológicos a nivel mundial están sufriendo una crisis. Su rol y existencia en la sociedad han sido cuestionados una y otra vez. Si bien los zoológicos han ayudado mínimamente en cuanto a la reproducción y reintroducción de especies específicas como el cóndor de california, el oso panda o el oryx, estos pocos éxitos, mayormente, han sido fuera de México y es fundamental asumir el enorme daño que se les está causando al resto de lxs animales en los zoológicos. 

Ningún animal, independientemente de su especie, merece vivir en condiciones como las que Ely y otrxs animales viven actualmente en el Zoológico de Aragón. De acuerdo con la Ley General de Vida Silvestre (LGVS) y la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente (LGEEPA), Ely y lxs demás animales deben recibir un “trato digno y respetuoso en cautiverio”. Sin embargo, esto dista de la realidad, desde el reconocimiento de que, en el caso de Ely se está faltando a cuatro de las cinco libertades de bienestar mínimas para lxs animales en cautiverio: 1) vivir libre de hambre, sed y desnutrición; 2) vivir libre de miedos y angustias; 3) vivir libre de incomodidades físicas o térmicas; 4) vivir libre de dolor, lesiones o enfermedades; y 5) ser libre para expresar su comportamiento natural. 

En el caso de Ely no existe cumplimiento de las libertades de la 2 a la 5, algo que ha sido ampliamente documentado por la licenciada Susana Ramírez y los equipos de Va por Sus Derechos A.C., Abriendo Jaulas Abriendo Mentes, así como por veterinarixs zootecnistas, activistas independientes y cualquier civil que puede notar a simple vista que Ely presenta múltiples estereotipias (trastornos mentales propios del cautiverio y maltrato) e incomodidades físicas provocadas por un entorno que no es apto para ella. 

Ningún animal debe vivir en cautiverio forzado. Los zoológicos deben desaparecer, sobre todo cuando propician tanta violencia como los zoológicos capitalinos en México. 

Sin embargo, Ely forma parte del ambiente de la ciudad, no sólo en términos de ecosistema sino en términos sociales y culturales, razón por la cual es indispensable el reconocimiento de su estado de salud como deteriorado, tanto física como mentalmente, lo que cancela su derecho a la vida y a la dignidad, así como a la salud. 

No de menor importancia, cabe resaltar el hecho de que las condiciones de vida de Ely y de otrxs animales en los zoológicos cancelan también el derecho humano a un medio ambiente digno, dado que Ely convive en un entorno social donde niñxs y adultxs observan y normalizan sus enfermedades, así como el cautiverio de animales exóticos entre asfalto, rejas y observadores. 

Los zoológicos son casi siempre el primer lugar donde las infancias humanas tienen contacto con otrxs animales. Pero lo que están enseñando no es la conservación de la vida silvestre, sino la idea de que lxs animales y la naturaleza son tan sólo bienes para el entretenimiento o educación y que, por ello, se puede disponer de sus vidas y libertad. Esto, por supuesto, afecta la percepción que el ser humano tiene de la naturaleza, provocando en consecuencia problemáticas estructurales tan vastas como el origen de las enfermedades zoonóticas (como el Covid-19) y la abrumadora crisis climática, reproducidas por el especismo, es decir, por un sistema ideológico y práctico que violenta animales. 

Los zoológicos propician el especismo y mienten cuando dicen ayudar en la conservación, puesto que lo único que hacen es reproducir sexualmente y a la fuerza a animales, a pesar de que la mayoría de las especies que reproducen no están en peligro de extinción ni en sus hábitats de origen y sus crías nunca van a impactar a las poblaciones silvestres (como es el caso de Ely). En México, de acuerdo con estudios de Brigada Animal México, solo el 1% de las especies en los zoológicos son parte de un programa de reproducción y reintroducción: el lobo gris mexicano y el cóndor de California. El resto de los animales sólo son reproducidos para repoblar el “stock” de la colección del zoológico o para intercambiarlos con otro zoológico. Reproducir por reproducir y para rellenar colecciones no es conservación. 

Por otro lado, ¿Qué tan efectivos son los zoológicos al enseñar a lxs visitantes acerca de biología, ecología, conservación y otros conceptos acerca de la naturaleza? En 2013, Eric Jensen de la Universidad de Warwick llevó a cabo un experimento para determinar cuántas personas aprendían algo en el zoológico de Londres. Los resultados fueron los siguientes: sólo el 34% de los visitantes aprendían algo si llevaban consigo unx guía o maestrx, de no ser así sólo un 11% de los visitantes aprendía algo en el zoológico.

Concluyentemente, los zoológicos no sirven para la educación ambiental y eso es porque los conceptos de “ecosistema”, “extinción” o “biología” son difíciles de comprender y se necesitan otras técnicas educativas diferentes a exhibir animales enjauladxs.

La educación ambiental se debe centrar en los ecosistemas y especies cercanos a la gente y sus poblados antes de concentrarse en animales exóticos y debe ser enseñada afuera de las ciudades, para que la gente pueda aprender a interactuar respetuosamente con lxs demás animales y el resto de la naturaleza, mientras lxs observan comportándose naturalmente para así quedar fascinadxs con la vida y querer protegerla. Es decir, para educar se necesita crear empatía. Y esto no sucede en un zoológico, donde ningún animal se comporta de manera natural ni es consideradx un ser libre.

Así que sin empatía ni libertades garantizadas, ¿cómo es que los zoológicos ayudan a las especies silvestres? ¿Cómo es que el zoológico de Aragón está ayudando a Ely? No lo están haciendo. 

Seguramente escucharon o leyeron sobre Bantú, Yupik, Arturo o muchxs otrxs animales que murieron en México debido a las negligencias y consecuencias de sus encierros en zoológicos. El destino de Ely no puede ser el mismo y desafortunadamente sus condiciones actuales lo garantizan. 

Por todo lo anterior, la Lic. Susana Ramírez, representante de Ely, comenzó un juicio en 2021 para representar los intereses de Ely y abogar por su libertad. Susana debe ser escuchada con detalle para otorgar a Ely su liberación del zoológico y un pronto traslado (fomentado por las autoridades) a un santuario apto y digno para ella en Brasil.

Esta podría ser la primera vez en la historia de México que un animal no humano tenga representación legal formal y que su caso sea un precedente para otras liberaciones y para el derecho de lxs demás animales en el país.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *