México es el país que tiene más delfines prisionerxs de toda América Latina, a pesar de que se ha comprobado que los delfinarios y acuarios no son lugares de esparcimiento ético, ya sea por las condiciones en las que mantienen a lxs delfines (y otras especies de animales) o porque éstos han sido secuestradxs de sus hogares. El maltrato, abuso y violencia sexual al que están sometidxs, así como sus muertes dentro de esos lugares, nos han llevado a las organizaciones Brigada Animal México, Los Cabos Animal Save, Los Cabos Climate Save, Veganos BCS, entre otras, así como a activistas independientes por los derechos de lxs animales y la sociedad civil, a exigir el cierre de los delfinarios en la República Mexicana.
A pesar de que en la Ley General de Vida Silvestre de nuestro país se han prohibido estos sitios, siguen existiendo delfinarios como los 5 que están en el estado de Baja California Sur de las empresas Cabo Dolphin y Dolphin Discovery. Las lagunas constitucionales han mitigado la aplicación de dicha ley y se siguen dando beneficios a las empresas que lucran con lxs animales y a lxs vendedores del mercado negro que lxs extraen de sus hogares. Actualmente, el 48% de lxs delfines en el país fueron capturadxs y el 52% fueron forzadxs a ser reproducidxs bajo condiciones de violación sexual.
Los métodos de captura son invasivos, estresantes y hasta letales. Se persigue y acosa a las manadas con lanchas e incluso se usan bombas para asustar a lxs animales y dirigirlxs hasta un punto concreto. Durante la captura, algunxs mueren a causa de fallos cardíacos provocados por el estrés o el shock, o se ahogan al quedar atrapados en cuerdas y redes mientras tratan de escapar o de acudir en auxilio de otrxs. Las hembras preñadas pueden abortar sus fetos y las madres pueden dejar de lactar por el estrés, lo que provoca la muerte de sus crías. Otrxs mueren a consecuencia de traumatismos e infecciones ocasionadas durante la captura.
El estrés producido por su captura, la separación de sus grupos y el colocarlxs en pequeños tanques lxs deprime, debilita y hasta pueden llegar a morir durante los primeros días de su captura. Al ser lxs cetácexs animales altamente sociales, la captura de unx solx individux puede afectar profundamente las estructuras de la manada y de la población entera, tras lo cual pierden cohesión social y ponen en riesgo su supervivencia, debido a que ya no pueden cooperar para pescar o defenderse de depredadores.
Por otro lado, para llevar a cabo la reproducción sexual forzada de lxs delfines, se extrae manualmente el semen de los machos que han sido seleccionados y «entrenados» para mostrar el pene, luego son estimulados a la fuerza hasta la eyaculación. Incluso se ha recolectado semen de individuos muertos en un proceso denominado “rescate de gametos”. El semen se congela y se conserva para cuando quieran utilizarlo sus captores y, en ocasiones, se vende o intercambia con otros centros. Para tener un control del ciclo de las hembras, necesitan utilizar métodos hormonales (como los progestágenos orales) y monitorizar la llegada del momento óptimo para la violación. El procedimiento se realiza con un endoscopio y se introduce el semen directamente en el útero. Si las hembras no colaboran dentro del agua, se sacan durante 20 o 30 minutos y se procede a la violación sin –o apenas sin– sedación. Una vez nacida la cría, es frecuente que las madres jóvenes la rechacen; además son comunes los abortos espontáneos. Todo este proceso implica violencia y prácticas intolerables e injustificables desde la ética.
Lxs delfines en libertad establecen fuertes lazos sociales y se ha demostrado que cada unx posee un nombre propio o silbido característico para ser llamadx. Muestran desarrollo de cultura, enseñan a sus crías a usar herramientas y transmiten el conocimiento de madres a hijxs. De hecho, lxs delfines tienen hasta 30% más desarrollado el cerebro que lxs humanxs en la parte del lenguaje y la interacción social. Tienen sistemas culturales diferenciales en cada comunidad formada por miles de individuxs (al igual que lxs humanxs), lo cual provoca que en los delfinarios se rechacen entre sí, con frecuencia porque no hablan los mismos idiomas ni tienen la misma cultura. Los grupos de animales en los delfinarios son completamente artificiales, no necesariamente se llevan bien ni se entienden y, al ser imposible establecer una jerarquía, se dan numerosos conflictos de dominancia. Es frecuente que presenten heridas profundas de rascados con dientes y a menudo se pueden observar comportamientos de acoso entre ellxs, incluso, pueden atacarse provocándose la muerte.
Para tratar de evitar estos comportamientos agresivos y controlar los de dominancia, se les suele suministrar hormonas a algunxs. Debido al estrés crónico, la depresión psicológica y otros factores, lxs cetácexs en cautividad se encuentran inmunosuprimidos, por lo que son más propensos a sufrir enfermedades y son menos capaces de luchar contra las infecciones. Por esta razón y por los diversos problemas de salud que pueden sufrir, son medicadxs rutinariamente. El estrés crónico también es la causa de muchas de sus dolencias: úlceras, vómitos y aumento de las glándulas adrenales.
Para controlar su comportamiento, así como para establecer jerarquías artificiales (lxs responsables del centro deciden cuál animal será dominante y cuáles lxs sumisxs), por lo que es frecuente que les administren Diazepam (Valium) y hormonas (como esteroides) para reducir su agresividad.
Estudios demuestran que lxs delfines tienen una esperanza de vida inferior en cautividad; en la naturaleza, se estima que vivan de 50 a 60 años, mientras que en cautividad rara vez viven más de 20.
En la naturaleza pasan alrededor del 80% de su tiempo bajo el agua, explorando, alimentándose y socializando. Pero en cautiverio están más en la superficie y su vida se reduce a esperar órdenes de lxs entrenadores que controlan cada aspecto de su vida; están confinadxs en un área dramáticamente más pequeña que su hábitat natural, lo que no les permite nadar con libertad ni bucear. Por otro lado, en los programas de nado con delfines, lxs humanos invaden constantemente su espacio (de por sí ya tan reducido), lo cual no solo logra que lxs delfines contraigan enfermedades de lxs turistas o que lxs turistas corran el riesgo de ser heridos por ellxs, sino que estos programas no les dan a lxs delfines descanso de lxs humanxs que intentan a la fuerza interactuar constantemente con ellxs.
Lxs delfines son animales depredadores que se alimentan de distintas especies de peces. Sin embargo, en cautividad se les alimenta con peces muertxs y con un número limitado de especies, que suelen ser arenques y caballa. Los cuerpos de lxs peces congeladxs pierden nutrientes y agua, así que, a menudo, se encuentran deshidratados y no cumplen sus requerimientos de vitaminas.
Los espectáculos al son de la música donde utilizan a lxs animales como payasxs, bailarines o animadores, forzándolxs a realizar comportamientos antropomórficos o cómicos, antinaturales e impropios de su naturaleza mandan un mensaje dañino: que la humanidad domina sobre la naturaleza, no que forma parte de ella. Además, muestran a lxs animales como objetos, no como seres con un valor intrínseco, individualidad y dignidad.
En vez de transmitir información acerca de estxs animales, estos espectáculos lxs exhiben para entretenimiento y desensibilizan a lxs humanxs de la crueldad inherente que significa arrebatarlxs de sus entornos naturales y mantenerlxs en cautividad. Albert López, exjefe de entrenadores de mamíferxs marinxs del Zoológico de Barcelona, exresponsable del Delfinario Oltremare y exconsultor del Acquario di Genova (ambos en Italia) admite que lxs delfines en los parques acuáticos están “francamente mal” y que “si actúan durante los espectáculos es por hambre”.
Por toda la situación antes explicada, exigimos el cierre de los delfinarios y pedimos a las autoridades que permitan a la sociedad mexicana avanzar a un estado social no violento que posibilite no sólo el respeto de estos animales y el cuidado de la biodiversidad, sino una cultura de paz, tan necesaria para nuestra sociedad.
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