El tlacuache habita la tierra desde hace unos 60 millones de años y suele habitar en climas tropicales y templados, por lo que es posible encontrarlo prácticamente en cualquier punto de la geografía mexicana. De hecho, es el único marsupial nativo de nuestro país.
Su nombre proviene del náhuatl tlacuatzin y significa “el pequeño que come fuego”, aunque en otras regiones de Latinoamérica se lxs conoce como zarigüeyas, zorrillos, tacuacín y zarzaparrillas, entre otros nombres. En México existen seis especies de tlacuache: el más pequeño es la Marmosa mexicana o tlacuache ratón; le sigue el tlacuachillo acuático (Chironectos minumus); y por último el tlacuache común (Didelphys marsupialis), tlacuache norteño (Didelphis virginiana), tlacuache dorado (Caluromys derbianus) y tlacuache de cuatro ojos (Philander opossum).
¿Cuáles son sus características?
- Poseen cuatro patas, una cola prensil desprovista de pelaje y un cuerpo similar al de un ratón o roedor de tamaño mediano.
- Poseen un marsupio o saco en el que descansan las crías recién nacidas, hasta que su tamaño aumenta a punto tal de forzarlas a salir y ubicarse en el lomo de sus madres temporalmente.
- Poseen un hocico alargado y una mordida fuerte, pero son asustadizos, por lo que sus hábitos son generalmente nocturnos.
- Su dieta es esencialmente omnívora, es decir que come desde frutos o insectos, hasta desperdicios producidos por lxs humanxs, pasando por pequeños reptiles y anfibios, huevos y gallinas de tamaño regular.
Algo muy curioso es que cuando se sienten amenazados fingen estar muertxs: pueden tirarse al suelo, poner los ojos en blanco, colgar la lengua y permanecer inmóviles.
Después de las ratas y lxs ratonxs, lxs tlacuaches son lxs animales que mejor se han adaptado a convivir con las personas y es frecuente verlxs en las calles, patios, botes de basura o encontrar sus madrigueras en las ramas huecas de los árboles, debido a la invasión de sus hábitats por parte de lxs humanxs.
Lamentablemente, el principal depredador del tlacuache somos lxs humanxs, que al confundirlo con un roedor, pensamos en eliminarlo rápidamente. Pero ese no es el único riesgo que estxs animales corren: además de sufrir violencia de parte de lxs humanxs por su parecido con ratas y ratonxs, son codiciadxs por su piel, su grasa y sus cuerpos, que lxs curanderxs utilizan como ingredientes en recetas y diversas prácticas, ya que se cree que pueden -entre otras cosas- curar el asma. Por último, aunque no es muy frecuente, hay quienes consumen sus cuerpos por su sabor y textura similar a la de los de pollos y gallinas.
Aunque legalmente no se puede comercializar sus cuerpos, los únicos lugares donde la especie se encuentra protegida es en las áreas de Sian Ka’an (Quintana Roo) y Calakmul (Campeche). Fuera de esos lugares, su hábitat se ve amenazado por la destrucción de los bosques tropicales húmedos del Golfo y secos del Pacífico.
Actualmente existen campañas que impiden su matanza por su rol como control de plagas de insectos en árboles y sembradíos o dispersión de semillas, pero lo cierto es que deben ser protegidxs por lo que son: seres que, al igual que nosotrxs, merecen vivir en paz y cuyas vidas tienen un valor intrínseco. No participes ni fomentes prácticas especistas donde se comprometa su seguridad. Vive veganx.
Referencias