Los mamíferos son animales cuya principal característica es la lactancia, proceso por el cual la madre entrega nutrientes, inmunidad y componentes regulatorios del crecimiento al recién nacido. «Leche» es el término colectivo para esta forma de nutrición, esencial para la sobrevivencia del mamífero recién nacido.

La lactancia es la fase del proceso reproductivo más demandante metabólica mente, por la gran cantidad de nutrientes que se requieren, para satisfacer las necesidades de manutención y crecimiento del neonato. Durante este período las hembras alimentan a sus crías y con ello las protegen y contribuyen a asegurar su supervivencia.

La lactancia inicia inmediatamente después del nacimiento de las crías y se extiende hasta que éstas pueden conseguir su alimento solas, ese momento coincide con la disminución en la expresión del gen que codifica la enzima lactasa que es la que rompe a la lactosa (proteína de la leche) permitiendo con ello el directo aprovechamiento de la glucosa en el metabolismo del individuo.

La duración de la lactancia varía en función de la especie de la que hablemos. Algunas mamás proporcionan leche a sus crías durante 4 o 5 días (como es el caso de diversos roedores) mientras que otras las amamantan hasta 4 años (tratándose de especies de gran tamaño, como el elefante).

La composición de la leche es variable dependiendo de la especie, estado de desarrollo del neonato y del medio ambiente. Como cada especie tiene diferentes necesidades y viven en distintos ambientes, la leche también tiene características específicas. Tiene ingredientes similares, pero en proporciones diferentes. También varía a medida que el tiempo pasa y la cría crece, adaptándose a las necesidades cambiantes del pequeño. Por lo general, el porcentaje de lactosa disminuye a la vez que aumenta el de proteínas y ácidos grasos.

Las especies migratorias suelen tener una lactancia más corta y producen leche con mayor contenido en grasa, algo comprensible teniendo en cuenta el gran gasto de energía que conlleva el desplazamiento. En especies no migratorias, ocurre al contrario. Por ejemplo, la foca capuchina vive en las gélidas aguas del Atlántico Norte y, luego de nacer, necesita desarrollar rápidamente una capa de grasa que le permita mantenerse caliente y así poder sobrevivir a las duras condiciones de su medio ambiente. Esta leche contiene 61% de grasa, y solo 5% de proteínas y 1% de azúcares. A fin de evitar el frío y el ataque de osos polares, las madres tienen 4 días para transferir a su cría siete kilogramos de grasa láctea cada día. Por el contrario, los animales que pastan libremente no tienen que transferir tanta energía en tan poco tiempo. De hecho, las madres pueden alimentar a sus hijos durante semanas, o meses, administrando una cantidad similar de nutrientes en pequeñas dosis. Tal vez eso permita explicar por qué la leche de los rinocerontes negros tiene 0,2% de grasa, mientras que la de gorilas es 1,5% grasa comprimida.

La leche humana se ubica en medio de estos dos extremos, y como en el caso de las otras especies, su composición revela el balance entre las necesidades nutritivas de la madre y del bebé.Unas pocas especies más, que no se consideran mamíferos, producen secreciones para sus crías y se producen de maneras muy diferentes, sin embargo, sirven para el mismo propósito: nutren a los recién nacidos hasta que son suficientemente mayores como para valerse por ellos mismos. Las siguientes son algunas de ellas:

Palomas

Las palomas, macho y hembra, suelen compartir las tareas parentales y, a diferencia de los mamíferos, tanto los machos como las hembras producen «leche» para alimentar a los pichones.El líquido se llama leche de buche, el buche es una bolsa membranosa que se comunica con el esófago, las aves lo utilizan para almacenar y ablandar la comida antes de digerirla, dos días antes de la eclosión de los huevos, tanto el buche del macho como el de la hembra se empieza a llenar y las palomas regurgitan este líquido espeso y lo introducen en la boca de las crías. Esta leche de buche suele ser el único alimento para ellas en los siguientes días. Además de las palomas, otras cuantas aves como los flamencos y los pingüinos emperador también producen leche de buche.

Cucarachas

La mayoría de las hembras de este insecto pone los huevos en un saco llamado ooteca, de la que se deshacen cuando las crías están a punto de salir del cascarón. Pero la hembra de la cucaracha del Pacífico tiene otra técnica, en lugar de poner huevos, los embriones se desarrollan dentro de su saco de cría, su versión del útero, y cuando éstos se están formando comienzan a beber la «leche» producida por las células de esa especie de matriz. Aquellos que beben esta leche son crías más desarrolladas otras crías de otras variedades de cucaracha.

Pseudoescorpión

La hembra de los pseudoescorpiones, unos diminutos arácnidos, produce también una especie de leche. Suele llevar los huevos fertilizados en una estructura en forma de saco pegado a su vientre y cuando los pequeños pseudoescorpiones salen del cascarón se quedan en ese depósito, donde se alimentan de la leche de los ovarios de su madre e incluso después, cuando dejan el saco, continúan nutriéndose de ella hasta que son suficientemente mayores como para vivir de forma independiente.

Pez disco

La leche del pez disco no es para nada lechosa de hecho, es una secreción mocosa que recubre los cuerpos de ambos sexos de este pez, originario de las zonas bajas del río Amazonas, la cual es rica en proteínas y anticuerpos. Pocos días después de que los pequeños peces disco salen de los huevos, buscan a sus padres y se alimentan de la secreción que cubre sus cuerpos, así, éstos pasan las dos primeras semanas alimentándolos pero, a partir de la tercera semana, los peces disco padres comienzan un proceso similar al destete de los mamíferos y se alejan considerablemente de ellos por períodos prolongados, forzándolos a buscar otra fuente de alimento.

Cecilia africana

Las cecilias son anfibios, de la familia de las ranas y las salamandras pero perdieron sus extremidades, por lo que se parecen más a los gusanos.La mayoría de las especies guardan los huevos hasta que las crías salen de ellos y después las abandonan pero la Cecilia africana ha desarrollado otra forma de criar. Cuando salen del cascarón, los anfibios recién nacidos son muy dependientes de su madre, ésta, para alimentarlos, transforma la capa más externa de su piel en un grueso revestimiento de proteínas y grasa, en lugar de beber secreciones, las crías de cecilia raspan esta capa con sus dientes. La membrana es tan nutritiva que en tan solo una semana el pequeño anfibio llega a crecer un 11% y como consecuencia, la madre pierde un 14% de su masa corporal.

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