Con frecuencia pensamos que la agricultura y la ganadería son actividades independientes y que, de hecho, presentan nichos y rubros económicos distintos, sin embargo, nada está más lejos de la verdad.  ¿Sabías que el 83% de todas las actividades agrícolas existen en realidad como una actividad de la ganadería? Así es, puesto que representan los cultivos que se convertirán en alimento para lxs animales presxs en granjas. Pero entonces, ¿qué quiere decir esto? Pues que la agricultura es mayormente una actividad especista

Si esto es así, entonces también significa que la ganadería es la principal responsable de: la deforestación, producto de las actividades agrícolas; el hambre en el mundo, puesto que se alimentan más animales no humanxs que humanxs; la erosión de las tierrasla contaminación agrícola, la pérdida de hábitats naturales; entre otras actividades nocivas para los ecosistemas, lxs humanxs y, por supuesto, lxs millones y millones de animales de lxs que abusa y/o afecta la ganadería.

¿Alguna vez te ha tocado escuchar que alguien diga que la agricultura es una actividad que propicia la crisis climática y que “si todxs tuviéramos una alimentación 100% basada en plantas la agricultura no sería sostenible y que habría aún más contaminación”? Bueno, pues la primera parte de la oración es cierta… pero la segunda, en definitiva, no. Esta afirmación está basada en el supuesto de que si las actividades agrícolas actuales se multiplicaran para hacer las veces de único sustento alimentario, la producción agrícola superaría la capacidad que tenemos para producir alimentos de modo sostenible. Pero, lo que no considera este argumento falso es: 1) que la agricultura actual no es sustentable, y 2) que si la alimentación de la población humana fuera 100% basada en plantas, no se necesitaría cultivar más, sino menos – de hecho, un 75% menos. Y podríamos sobrevivir sembrando la tierra cultivable a un 25% de su capacidad. 

Por ejemplo, informes de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) mencionan que el 80% de la deforestación en la selva Amazónica está relacionada con el aumento de áreas de pastoreo y uso de suelo para monocultivos -como la soya- que les serán dados como alimento a lxs animales presxs en las granjas. 

¿Esto significa que sin ganadería habría menos consecuencias negativas de la agricultura y más alimentos para todxs? Sí. Eso significa.

Para que todo esto tenga más sentido, hoy te vamos a contar algunas problemáticas de la agricultura, además, por supuesto, de las que ya hemos introducido: la deforestación y la sobreocupación de la Tierra.

La agricultura es un pilar fundamental en la vida humana -es como conseguimos nuestros alimentos- pero, ¿alguna vez te has preguntado cómo el desarrollo de esta afecta a las otras especies animales?

Desafortunadamente, en la agricultura comercial se han normalizado muchas prácticas que afectan a muchas otras especies animales y sus ecosistemas: el uso de suelo, la deforestación, los monocultivos, la aplicación de plaguicidas y fertilizantes, y el manejo del agua.

La perspectiva capitalista en la agricultura se enfoca en conseguir la mayor cantidad de productos al menor costo, sin cuestionar significativamente el efecto negativo que supone para el ambiente. Lo que presenta un comportamiento totalmente extractivista e irrespetuoso hacia los ecosistemas, que son modificados para que los cultivos crezcan lo más rápido posible, con menos animales que interactúen con ellos y con el menor gasto de agua y tiempo. 

Por supuesto, para que la agricultura capitalista funcione, es necesario volver “productivas” una cantidad muy grande de tierras. Esto significa que la tercera parte de la superficie terrestre del planeta se encuentra invadida actualmente por actividades agrícolas para la ganadería, las cuales provocan la mayor parte de la erosión de la tierra, así como buena parte de la generación de gases de efecto invernadero. 

En este sentido, la carne y los productos lácteos representan solo el 18% de lo que come unx humanx común, sin embargo, este porcentaje monopoliza el 83% de las tierras agrícolas, que representa el 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero producido por la agricultura. Sí, tanto. Más de la mitad de todos los gases de efecto invernadero en el planeta corresponden a la ganadería, no solo a partir del metano, óxido nitroso y amoniaco que proceden de la explotación de animales en granjas, sino también de la suma de todos los gases (como el metano, el CO2 y otros) provocados por la actividad agrícola que existe sólo en función de alimentar animales presxs. Concretamente el 84% de todos los gases de efecto invernadero proceden de las actividades ganaderas, del que el 45% corresponde a la comida producida para lxs animales explotadxs y el 39% a la fermentación entérica (desechos fecales).

De acuerdo con Ahmed Djoghlaf, Secretario de la Convención de Diversidad Biológica del Programa Económico de las Naciones Unidas, todos los días se pierden 137 especies de animales silvestres sólo en la selva del Amazonas, debido a la deforestación para convertir las tierras en espacios agrícolas para la explotación ganadera. ¿Cuántas especies más podríamos contar entre las que son forzadas a desaparecer del planeta por las actividades agrícolas para la ganadería si estudiáramos este fenómeno en México, Costa Rica, España y otras regiones del planeta? Ciertamente sería información aún más desgarradora.

Todo lo anterior, como problemáticas hacia el ambiente y lxs animales, se alimenta del  comportamiento especista, debido al cual se ve discriminada cualquier otra especie animal, ya que el especismo es la discriminación, creencia y práctica violenta que hace a lxs humanxs sentirse superiores y considerar como más importante cualquier cultivo para consumo humano y para los animales explotadxs por lxs humanxs, que cualquier vida animal que se interponga, y la historia respalda estos datos.

Por ejemplo, durante años hemos visto noticias de cómo la extensión del cultivo de aceite de palma en el sudeste asiático deforesta enormes áreas que son el hogar de orangutanes, lo que les ha llevado a ser una especie en peligro de extinción.

Y, para no ir tan lejos, también tenemos casos de violencia similar a esta en nuestra región: un informe de la FAO llamado “El Estado de los Bosques del Mundo”, publicado en 2016, señala que casi el 70% de la deforestación en Latinoamérica es causada por la agricultura comercial. Esto se traduce como destrucción de hábitats para muchas especies.

Otra de las prácticas que amenaza a un gran número de especies animales es la del uso de plaguicidas, que ya en sí mismos representan un problema especista ante la consideración de que la ocupación natural y el desarrollo de la vida de ciertxs animales significa que sean consideradxs “plagas”. Iniciemos por su clasificación toxicológica: en el sitio web de la OMS (Organización Mundial de la Salud) encontramos la clasificación que recomiendan, la cual está basada en determinar la DL50 (Dosis Letal que se requiere para matar al 50% de una población de animales de laboratorio) para el ingrediente activo de cada plaguicida. 

El uso de plaguicidas es una práctica especista al categorizar como problema a una especie que se hospeda en un cultivo. El que se haya normalizado el uso de este tipo de productos amenaza no solo a la especie objetivo, sino a muchas otras que interactúan con estos cultivos, ya que estos productos llegan a destruir hábitats y poblaciones completas al contaminar aire, suelo y agua. 

Por otro lado, aunque es una práctica menos común en estos tiempos, otra de las terribles prácticas especistas que suceden aún en muchas regiones es la explotación de algunxs animales como: bueyes, caballos, yeguas, burrxs o mulas para prácticas de tracción a sangre, arar la tierra o para “pastorear” otros grupos de animales explotadxs.


¿Qué podemos hacer?

¿Podemos pensar un mundo sin la industria cárnica? Por supuesto. ¿Cuáles son las alternativas? Transicionar urgentemente hacia una alimentación 100% basada en plantas, a partir de un sistema productivo decreciente, con acento en el papel de las empresas y de lxs consumidores informadxs y, por lo tanto, conscientes. En este sentido, el decrecimiento es una práctica epistemológica y empírica no acumulativa, sino sostenible económica y ambientalmente, a partir de la ética. No más capitalismo: pensemos en bioeconomía no antropocentrista.

Necesitamos cuestionar todas las dinámicas especistas y dañinas de nuestra sociedad. Podemos establecer sistemas alimentarios justos, de la mano de una agricultura consciente y respetuosa hacia otras forma de vida y el ambiente con el que interactúa. No necesitamos destruir hábitats para alimentarnos.

Necesitamos informar (¡comparte este artículo!), porque solo se cuida y protege lo que se conoce. 

Necesitamos veganismo, es decir, oponernos a toda forma de explotación animal. 

Y necesitamos también consciencia hacia la liberación total, porque ningunx será libre y la vida en el planeta no estará segura, hasta que pongamos como prioridades la libertad y dignidad para todxs, incluyendo a la Tierra.

Referencias

  • Andersen, Kip y Kuhn Keegan (2014), Cowspiracy: The Sustainability Secret, A.U.M. Films/First Spark Media, Estados Unidos, 91 min. 
  • Carpintero, C. (2006), La bioeconomía de Georgescu-Roegen. Barcelona.
  • Ceballos, Gerardo, et al (2015), “Accelerated modern human-induced species loss: Entering the sixth mass extinction”. Science Advances. 19 June 2015. Vol. 1, no. 5
  • Energy Global (2015), “Carbon Dioxide Emissions to 2040”. 06 January 2015
  • Environmental Protection Agency. (2004), “Risk Assessment Evaluation for Concentrated Animal Feeding Operations”. 
  • Georgescu-Roegen, N. (2003). La legge di entropia e il problema economico, En Georgescu-Roegen, N.; Bonaiuti, M. (ed.) (2003), Bioeconomia, Torino, Bollati Boringhieri. 
  • Gerber, P.J., Steinfeld, H. et.al (2013), Enfrentando el cambio climático a través de la ganadería: una evaluación global de las emisiones y oportunidades de mitigación, Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Roma.
  • Goodland, Robert & Anhang, Jeff. (2009), “Livestock and Climate Change: What if the key actors in climate change are…cows, pigs and chickens?”. WorldWatch. November/December 2009.
  • Johnson, A. (2019). “Orangutans pay a steep price for the world´s palm oil”. Truthout. Disponible en: https://truthout.org/articles/orangutans-pay-a-steep-price-for-the-worlds-palm-oil/ 
  • Koh, L. P., & Wilcove, D. S. (2008). Is oil palm agriculture really destroying tropical biodiversity?.
  • Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (2016), “El Estado de los Bosques del Mundo”. Disponible en: http://www.fao.org/3/i5588s/i5588s.pdf 
  • Sotomayor, Poli (2020), ¿Especismo y crisis climática?, Ensayo escrito el 24 de julio de 2020. Disponible en http://www.polifaceticaenlaweb.com/articulos/
  • Sotomayor, Poli (2018), El impacto ambiental por el consumo de alimentos, Ponencia presentada en la 9ª Conferencia de Ingenierías de la Universidad del Valle de Puebla: Ingeniería Verde, Sustentabilidad e Innovación. Noviembre de 2018. Disponible en http://www.researchgate.net/profile/Paola-Sotomayor/research
  • Sotomayor, Poli (2016), La industria ganadera: el cáncer del planeta. La emergencia respecto a la discusión, análisis y divulgación de las causas del cambio climático frente a las posibles soluciones prácticas, Sexto Congreso Nacional sobre el Cambio Climático, Universidad Nacional Autónoma de México. Disponible en http://www.researchgate.net/profile/Paola-Sotomayor/research
  • World Health Organization (2019), “The WHO Recommended Classification of Pesticides by Hazard and Guidelines to Classification 2019”. Disponible en: https://www.who.int/ipcs/publications/pesticides_hazard/en/ 

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